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Coralie Clément en vivo: Ca valait la peine

Presentación de la francesa Coralie Clément realizada el sábado 4 de abril de 2009 en el Centro Cultural Amanda en Santiago, Chile.

Coralie Clement El enfoque de este comentario podrá parecer bastante pueril y superficial para algunos, pero aseguro que está escrito desde la más pura honestidad. Me explico. Resulta que cada vez que vuelvo a ver las imágenes de The Beatles o Elvis tocando en vivo, donde ejércitos de mujeres parecen estar al borde de la histeria y el éxtasis colectivo, siento que pasan y pasan los años, pero comprendernos entre hombres y mujeres parece tarea imposible. Quizás sólo sea mejor gustarnos, necesitarnos y punto, porque traducir actitudes y emociones se hace para uno y otro lado una tarea muy difícil de conseguir. Pero la noche del 3 de abril en el Centro Cultural Amanda, mi cabeza se daba tiempo para repasar estas cavilaciones en medio de las melodías de la francesa CORALIE CLÉMENT, porque algo del modelo femenino se apoderaba silenciosamente de mi cabeza. No era un hombre en el escenario ni una chica en la platea, sino todo lo contrario. Por primera vez me estaba sintiendo próximo a eso de enamorarse de un artista, de querer adularlo, lanzarle papelitos con el número telefónico, enseñarle los senos y regalarle prendas íntimas como expresión de devoción. Sólo cinco metros me mantuvieron separado de ella durante unos 80 minutos y créanme que cada una de esas situaciones pasó por mi mente.

Sí, ya me referiré a su música, pero primero debo escribir unas líneas acerca de un tema que remarqué en mi libreta, una frase encerrada en un círculo que dice “impacto visual”, pero no por la básica iluminación o por un diseño escenográfico más bien sencillo del lugar. No, no, no. Aquí debo referirme a que sin lucir raros peinados nuevos de chica-“artista”, sino un ondulado pelo largo castaño de chica-normal, además de su pantaloncillo rojo (¡diablos!) sobre medias negras, botas negras puntiagudas y una blusa también oscura, Clément se apoderó de todo: del escenario, de las miradas y de mi maxilar inferior, incapaz el muy tonto de volver a su posición habitual que te hace mantener la boca cerrada. Todo su conjunto, su elegante coquetería y, tal vez lo mejor de todo, una simpatía inesperada, me tienen en estado de ensoñación aún 72 horas después. Sólo la había visto en algunos videos y fotos, pero asumí que por ser tan atractiva, cantar tan lindo y ser la hermana de Benjamín Biolay (algo que le da casi como un título nobiliario de la nouvelle chanson française), se trataría de esas mujeres bonitas, pero antipáticas. Pero no. Cuán errado estaba: ¡qué mujer más encantadora!

ToystoreCoralie Clément vino a América en plan de promoción de su tercer disco “Toystore”, pasando por Argentina antes de instalarse en un Santiago que artísticamente se mantenía en vigilia por la muerte del Tío Lalo Parra, pero que por un par de horas se daba permiso para disfrutar del espectáculo de esta artista gala. El disco tiene como constante la utilización de instrumentos sencillos, como de “juguete”: melódica, metalófono, trompeta de bolsillo, flauta o el ukelele, entre otros. Tal como lo hiciera su hermano Benjamín hace un año en el Teatro Oriente, Coralie subió al escenario acompañada sólo de dos músicos, un tecladista y encargado de las bases y pistas pregrabadas (creo que es el mismo que vino con Biolay), y un guitarrista que simplemente se presenta como su complemento natural. Comenzó todo con “L’effet jokari” (El efecto jokari), la canción que abre su último álbum y le siguió un repertorio tal y como yo lo esperaba.

“Ca Valait La Peine” (Esto valía la pena), “So long babylone” (Hasta siempre, Babilonia), “Indécise” (Indecisa), “Paris, dix heures du soir“ (París, diez de la noche), “L’ Enfer“ (El infierno), “Houlala“, “Le baiser permanent” (El beso permanente), “On était bien” (Estábamos bien) y la italiana “Sono io” (Soy yo), entre otras, lograron satisfacer al conocedor de su obra y creo que también a los que fueron a curiosear. Notable también su versión de “Pourtant “ (Sin embargo), de Vanessa Chantal Paradis. Y me gustó mucho su adaptación de “Jardin d’Hiver” (Jardín de Invierno), del desaparecido guitarrista Henry Salvador, uno de los clásicos del jazz francés del siglo 20. De esta canción conocía, aparte de la de su creador, la versión que Keren Ann hizo en su álbum debut “La Biographie de Luka Philipsen” (2000), y la de Benjamín Biolay en vivo en Santiago. Pero esta me gustó más. Una canción tan sensual, recibió todos los honores con la voz de Coralie Clément.

Coralie Clement en ChileEs verdad que el audio no fue uno de los puntos altos, con más de los acoples tolerables y una ecualización del teclado que, si se trató de una propuesta artística del ingeniero, resulta incomprensible, puesto que el sonido de piano muchas veces no se escuchaba y el conjunto de las bases era un bombeo no característico del intimismo de las canciones de la chanteuse. También resultó curioso que ella se lanzara con todas las canciones de corrido, sin reservar algo para el bis, por lo que nuevamente llevó su rosada flauta dulce a los labios para interpretar “C’est la vie” (Es la vida) cuando el público pidió su retorno. Y claro, también se dio tiempo para adular el público, cuando en “Lou” lo incorporó a un coro sencillísimo para felicitarles después, ¿no es linda? Sin embargo, lo simple y natural de Coralie Clément quedó de manifiesto incluso en el momento más complicado de la noche. Después del primer estribillo de “L’ombre et la lumière” (La sombra y la luz), su canción más conocida, simplemente olvidó la letra. Un leve rubor en sus mejillas que hacían juego con su pantalón corto, una risa avergonzada, un estallido de risa, un guitarrista que sigue tocando para que ella se incorpore cuando desee y un aplauso espontáneo que premia eso, lo sencillo, lo natural. Un aplauso que premia a la artista que no necesita de poses ñoñas, discursos populistas, ni falsas actuaciones. El aplauso es por ser simplemente ella misma y sus canciones.

Ves
C’EST LA VIE "Toystore" (track 2)
L’EFFET JOKARI "Toystore" (track 1)
SO LONG BABYLONE "Toystore" (track 11)


“L’ombre et la lumière” resume también un aporte significativo de los hermanos Benjamin y Coralie, la incorporación de la bossa nova a la música acústica europea. Esta canción que tiene una melodía muy hermosa, en el disco “Salle des pas perdus” (Sala de espera) de 2001, posee un arreglo donde destaca una trompeta que marca la melodía característica, además de percusión. Aquí, sin embargo, Coralie la presentó sólo acompañada del guitarrista que se lució con su instrumento acústico de 12 cuerdas.

Coralie ClementQuiero hacer un acápite sobre un punto que me dejó sumamente intranquilo en cuanto al lugar del concierto. Primero, que el “Centro Cultural Amanda” es a la vez un bar que debe vender muchas bebidas, lo que me parece legítimo. Es agradable escuchar música en vivo con una copa o una cerveza en la mano. Pero si el ticket dice “22:00 horas”, el espectáculo no puede empezar 70 minutos después. No me parece una manera elegante de vender más mientras esperas. Se trata de la primera experiencia y creo que deben cuidar ese detalle. En cuanto al espacio, nada qué decir: bonito diseño, pero… ya de entrada se podía notar un cierto perfil de espectador. El lugar está ubicado en Vitacura, la comuna con más plusvalía de Santiago y donde viven las personas con mayor poder económico de Chile. Y el paseo de actores de televisión, animadores y mucho jet set criollo con residencia en “el sector” y estudios en colegios de “la zona”, pues era evidente. Se supone entonces que el producto de la mejor educación del país es el que estaba presente en el lugar. Sin embargo, no encuentro otra palabra que “vergüenza” ante el hecho de tener que hacer callar a la mitad de las personas que simplemente no dejó de hablar a gritos, como si la música interrumpiera su animada conversación; como si se encontraran en un cóctel y la voz de Coralie Clément saliera de una grabación. Tener que pedir silencio a lo más granado de nuestra sociedad para poder escuchar a una artista por la que se pagó una entrada, es sólo el resultado de una falta de respeto y educación enorme. Permítanme la onomatopeya, pero es que al tercer “shhhhhhh” de los que estábamos escuchando un concierto en vivo, hasta la propia cantante puso cara de impresión e incomodidad por lo que sucedía. Vergonzoso. Por suerte ella logró sustraerse a los tontos ilustrados, volvió a sonreír, volvió a impostar esa voz susurrada que provoca cosas y los interesados volvimos a disfrutar de un repertorio de canciones bellas.

Ves
L’ENFER

"Bye Bye Beauté" (track 3)


Ok, fue un comentario en extremo personal, lo sé, pero aclaro que no le lancé una tarjeta con mi teléfono, ni me abrí la camisa, ni le grité obscenidades como tantas veces vi a mujeres hacerlo en conciertos de Bosé, Fito o los Stones. ¡Qué cara de horror habría puesto ella!... ”¡Guardias, llévense a ese tipo!”, habría dicho. Por una noche creí ser como las chicas de fanclubs que sueñan con ir a la cama de su artista favorito cada vez que visitan el país, pero que luego vuelven a la vida normal. Sí, por primera vez quise ser groupie (¿qué será de mí cuando vea en vivo a Émilie Simon?). Por primera vez me acerqué a entender lo que es enamorarse de un artista, soñar con cara de idiota, despertar en medio de un montón de gente, darse cuenta de lo estúpido de todo e irse a casa cantando “Un beau jour une fin d’après midi / on vole aux quatre vents / vers un ailleurs, un atoll, un abri / une rivière de diamants / on oublie les comptes et les débits / les quoi, les où, les quand / simplement, simplement / c’est l’ombre et la lumière / ces petits riens qu’on aimait tant naguère…” (Un buen día al final de una tarde / volamos a los cuatro vientos / hacia otra parte, un atolón, un refugio / un río de diamantes / olvidamos las cuentas y las deudas / los qué, los dónde, los cuándo / simplemente, simplemente / es la sombra y la luz / esas pequeñas cosas que antes nos gustaban tanto).

por Denis Leyton


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Cuando oí a Salif Keita bailé...

Impresiones sobre el concierto de Salif Keita efectuado el 21 de enero de 2009 en Santiago, Chile.

foto de Salif Keita en Santiago a Mil La sensación de pisar el prado del Parque Araucano fue divertida. Fue como haber vuelto al día siguiente de la presentación de Goran Bregović. Como que no había pasado todo un año en medio de ambas fechas… ¡Eso! Como que los aires estivales hacen de Santiago una ciudad tan bella (amo Santiago en verano), que los buenos momentos se quedan pegados en la memoria con su propio calendario. Eso es lo primero. Que ver un concierto a pata pelá echado en el pasto hasta altas horas de la noche es maravillosamente agradable. Si tan sólo la foto de Spencer Tunick hubiese sido en enero, en un lugar como ese y con una temperatura similar... “Santiago a Mil”, el carnaval cultural que cada verano llena las salas y los espacios públicos de la capital de Chile con teatro, danza y música, nos regaló ahora la presencia de SALIF KEITA, un gran maestro de música nacido en Mali que brindó un espectáculo por el que yo pagaría a ojos cerrados... claro, con los valores que se cobran en Chile es posible que pronto los tuviera que abrir. Conciertos gratuitos como este me parecen un regalo casi inmerecido, al menos para mí.

A diferencia de lo que la prensa “especializada” de espectáculos anunciaba, más que una fiesta para bailar (que también lo fue), se trató de una clase magistral de música. Me perdonarán la confianza, pero no conozco mayormente su repertorio, entonces todo lo que emergía del escenario era prácticamente una novedad, salvo un par de canciones que sí conocía.

foto de Salif Keita en Santiago a Mil Y en esta “clase”, el “auditórium” presenció temáticas tales como “¿es posible componer una canción con dos acordes y tocarla por casi 10 minutos, haciéndola parecer una danza de variaciones interminablemente creativas?”. Sí, es posible. La música africana desplegada por Salif Keita se basa mucho en el trance (leer en español, por favor), en la reiteración que no aburre ni por sólo un segundo, porque es envolvente, sensual y alegre.

La clase también incluyó una buena dosis de “humildad”, algo que la industria se encarga de quitarle a muchos músicos y que tan importante es, precisamente, para enarbolar las banderas de “lo magistral”. Los 10 profesores que pisaron el escenario tienen la técnica suficiente para hacer solos que provocarían el delirio de las masas, seguido del inconfundible ritual en que público regala cuotas desbordadas de ego al artista. Sin embargo, cada vez que eso estuvo a punto de ocurrir, el mencionado protocolo era detenido desde la vereda de los propios intérpretes… un aviso de que lo importante es el todo, que la reina es la canción, y no la pirotecnia del virtuoso. El bajista MIKE CLINTON, por ejemplo, ese ser genial que llevaba todo el pulso de la banda, a veces no necesitaba más que marcar la nota para envolverlo todo, para llenar de swing el ambiente y sobre el que se sostiene todo un grupo. Pero cuando era necesario, sólo cuando era necesario, lucía una técnica francamente alucinante.

Imagen y descripción de la Kora Y lo mismo para el resto de los integrantes de la banda: los tres percusionistas, ambas guitarras, las dos fascinantes chicas del coro y el “jali”, el encargado de la Kora o Korá, ese original instrumento suerte de arpa y cítara del que escuchamos un sonido bellísimo y que no es otra cosa que un zapallo musical, literalmente suave, dulce y sabroso. Por supuesto, toda regla tiene su excepción: me basta con que una vez alguien quiera emular a Jimmy Hendrix, tocando de espaldas o con los dientes si es necesario, para mostrar que se trata de un elegido por los dioses. Pero, ¿dos veces? Es mucho. La disculpa quizás vaya porque siendo un instrumento de sonido y forma tan extraña para nuestra cultura, un poco de sobreexposición no venga mal para recordarlo.

Qué bello momento fue cuando Salif Keita se quedó solo con su guitarra. Fueron dos interpretaciones conmovedoras y emocionantes, también de poquitos acordes, pero llenos de figuras y variaciones que, mezcladas con su voz, lograban crear un ambiente difícil de describir para mí. No era ese silencio serio, ni tampoco la melodía de sonrisa fácil. Keita tocando maravillosamente la guitarra creó un ambiente de tensión intermedia. No sé encontrar palabras… ¿así se describirá lo mágico?

Ves
FOLON

pista 9 – Folon


El final, en cambio, con esa publicitada imagen de espectadores bailando en el escenario, me resultó precisamente la postal marketera de un espectáculo que no requiere de esos clichés. Es tan bello todo lo que expone este músico africano, que no es necesario replicar fórmulas como esas. Claro, porque el baile de elegidos por la casualidad podría ser emotivo y festivo; el baile de los invitados VIP, en cambio, parece más bien el desorden aprendido en un guión escrito en fotos de prensa o en algún video “telefónico” de Youtube.

foto de Salif Keita A propósito de video. Por más que las cámaras digitales estuvieran registrando imáganes del concierto para ser editadas después, el resultado de la referencia visual que vimos en las pantallas fue, por lo menos, "desafortunado". La relación del pulso musical con las imágenes es tan potente, que esos detalles deben ser cuidados. Se trataba de Selif Keita, ¡un espectáculo de nivel mundial!, no una fiesta escolar.

Insisto. ¿Dónde debo depositar el dinero de la entrada al show? Sonidos tan maravillosos y un carisma y calidad musical como la del albino malí, es un regalo que no estaba en mis planes y creo que tampoco en las cerca de cuatro o cinco mil personas que asistieron a la cancha del estadio fantasma de la U, el Parque Araucano. Esta es música para el corazón, para cargar la pila del alma, para andar contentito por la vida. Ahora entiendo mejor a Chico Cesar: no sólo bailé cuando lo oí… cuando vi a Selif Keita “aprendí”.

por Denis Leyton

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Jorge Drexler... cara b

Comentario sobre el concierto de Jorge Drexler efectuado el 30 de mayo de 2008 en el Teatro Caupolicán de Santiago, Chile, ante cuatro mil espectadores.

Jorge Drexler en Chile. (cc) Denis Leyton En los años ’80 muchos de los cantautores que eran escuchados en Latinoamérica gozaban de gran popularidad a pesar de ser ignorados por los medios de comunicación, los que en su gran mayoría obedecían a la censura de las dictaduras militares que regían nuestros países. Pero parece que no era el único motivo.

La noche del viernes en el Caupolicán, el uruguayo JORGE DREXLER, conocedor de la escasa difusión de su trabajo en las radios y televisión de Chile, le preguntaba a la audiencia "¿de dónde conocen esas canciones si son tan viejas?". Es que al igual que hace veinticinco años, aquellos que se atreven a hacer "música de autor", a veces con banda, a veces sólo acompañados de su guitarra, siguen siendo despreciados por un dudoso grupo de seres que manejan los gustos de las masas. Aunque parece que no sólo era un asunto político. Durante años nos convencieron que estos músicos disminuían ratings o que no era rentable producir sus discos o conciertos, pero los cuatro mil espectadores que repletaron el recinto de la calle San Diego, demostraron cuan equivocados están los cerebros del espectáculo.

Jorge Drexler es el modelo evolutivo perfecto de la trova americana: conserva la poesía, la guitarra, la crítica y la ironía, pero se ha abierto a la puesta en escena, al show que, dentro de los matices del género, busca algo que vaya más allá del músico que se sienta a cantar, incorporando la iluminación y los juguetes tecnológicos a su propuesta. Y claro, es un artista de los tiempos, porque la respuesta a su pregunta es clara: su público conoció sus canciones bajándolas de Internet. Pero esto que pareciera ser una infidelidad en la era informática, no es tal. La sala llena y los discos que se van comprando en la medida que el repertorio se hace más conocido, demuestran que la sociedad entre los músicos y las P2P (emule, ares, limewire, utorrent, etc.), puede perfectamente ser una relación amistosa y no dramática como intentan convencernos los sindicatos de músicos y los directivos de las casas discográficas. El público de Drexler es la evolución del espectador que, inquieto, buscaba en los casets piratas lo que hoy encuentra en mp3.

La de anoche, la primera presentación en vivo que presencio del charrúa, fue una de esas fotografías mentales que te guardas para siempre. Drexler, de "riguroso" traje negro, con corbata y zapatillas, se sentía bien. Se le notaba. Intentaba no caer en lugares comunes, pero no pudo evitar coquetear con su público, agradeciendo una y otra vez la calidez recibida. Pero contraatacó con un homenaje a Violeta Parra, incluyendo versos de "Gracias a la Vida" en "Un país con el nombre de un río" y "Disneylandia".

¿Y qué se puede decir de lo musical? Es difícil no repetir lo gran guitarrista que es o lo bonito que canta. ¡O cómo escribe el maldito! Pero lo que presenta en esta etapa de su carrera, en un CD en vivo titulado "Cara B", es una apuesta interesante de "sonidos". Como que, aburrido de tocar las canciones siempre de la misma manera (la lista de canciones fue básicamente igual a "Cara B" y casi en el mismo orden), se le ocurre hacer travesuras con sus canciones "engañando" a los espectadores, rompiendo las cadencias, entrando antes o después de los pulsos habituales.


Escuchas
GUITARRA Y VOS

track 5 (cd 1)



Y, violando los "estrictos" códigos técnicos, abandona el micrófono para cantar "a lo lejos" en repetidas ocasiones. Pero, por supuesto, lo más novedoso de su actuación es la ausencia de banda de acompañamiento, reemplazada por emuladores que graban en directo (como lo hacen las francesas Camille y Anaïs, por nombrar a algunas artistas que usan este método), mezclando voces y guitarras con sonidos registrados en la ciudad (timbres de bicicleta, partidos de básquetbol o tráfico urbano), además de sonidos sintetizados e instrumentos puestos nuevamente de moda como el theremin.

Drexler se sentó en el escenario a jugar con su destacamento de efectos de pedal... y el teatro parecía por momentos un cine en el que veíamos la película de un músico ensayando en su casa con sus efectos nuevos. Otras veces, parecía el amigo del grupo que canta y toca guitarra al que se le piden canciones en una reunión. Y él dice, ok, no estaba preparado, pero vamos a intentarlo... pero hace tiempo que no la canto, ¿cómo era?... a ver... esperen, la voy a repasar... cómo es: ta, ta, tan... mmm... SI bemol le gritan de la galería y él lo prueba y dice, hey, no, no es SI bemol, ni do menor... ah, sí es FA Mayor... sí... ya, ahora sí, cantemos... y todo eso ante una multitud. Es que "ya sabés la verdad, que no hay nada peor para esta seriedad que tomársela en serio".

¿Algo malo? Sí: la estridencia de la guitarra en "El pianista del gueto de Varsovia". Quizás lo único. Es que fue una noche agradable, cálida, donde los 3ºC que había en Santiago la noche del viernes 30 no tenían permiso para entrar al Caupolicán. Fue una noche en que el mal gusto de los líderes de opinión de este país y los genios de la industria quedó demostrada: ni se asomaron.

Jorge Drexler, Pedro Aznar, Paulino Moska o Kevin Johansen, son sólo algunos que trabajan una manera paralela de "industrializar" la música, a pesar de tener contratos con transnacionales. Es la arremetida del "mercado 2", aquel que no se rige por el lado oscuro de la producción musical, con artistas que no tranzan la calidad y el mensaje por unos dólares más... y un público absolutamente exigente, pero fiel. Tan fiel.

Si no es política, ¿cuál es la razón para tanto desprecio por la "música de autor"?

por Denis Leyton

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Benjamin Biolay, de visita por América

Presentación de Benjamin Biolay efectuada el 26 de abril de 2008 en el Teatro Oriente de Santiago, Chile, ante mil espectadores.

foto de Benjamin Biolay en el Teatro Oriente ¿Cómo habrá sido vivir en los albores del siglo pasado cuando todavía Francia era el faro cultural del mundo? Tal vez Apilio, el vate pensador que Auguste Rodin esculpió cuando se acercaba el siglo 20 (un nuevo fin del mundo), simboliza mejor que nada a un ser humano inquieto que tramaba nuevas ideas, nuevas revoluciones y nuevas invenciones, como la de los hermanos Lumière y el cinematógrafo.

Como la ciudad soñada era París, no Nueva York, debe haber sido genial pasearse entre cotillones que se movían sugestivamente al ritmo del cancán en el Folies-Bergère o en el Moulin Rouge, previamente informados del espectáculo por un afiche de Toulouse-Lautrec, acompañados de poetas surrealistas, filósofos pre-existencialistas y pintores fauvistas y dadaístas, corriendo todos presurosos por les Champs-Elysées con algún manifiesto en mente, en una carrera tan loca como los años que se avecinaban. Hasta que llegaron las guerras y Estados Unidos se apropió de la atención… se apropió de la ampolleta del faro.

En eso pensaba cuando, desde mi butaca central en el Teatro Oriente, disfrutaba del espectáculo de Benjamin Biolay. Claro, porque a esta altura del partido los que asistimos a este tipo de conciertos “alternativos” parecemos una especie rara que no acepta que lo anglo es necesaria predominancia, única alternativa de sociabilidad, y de ¡globalización! Si hasta nuestras miserables cabezas tienen hoy su precio en dólares. Pero, bueno, qué se le va a hacer: mientras eliminamos un imperio y construimos un nuevo mundo sobre la base de las diferentes tribus que somos, me dejo llevar por los sonidos de un músico brillante por lo inquieto, más que por sus ocurrencias.

Benjamin Biolay es un gran compositor. Se nota en sus melodías, en sus sonidos. Pero en vivo, el colaborador y amigo de Keren Ann, también dejó en evidencia su gran dominio instrumental. El piano parece ser su compañero ideal, pero me sorprendió su ejecución de la guitarra acústica, logrando atmósferas muy especiales, mucho más que cuando toca la eléctrica. Lo de la trompeta me pareció más bien un juego, el permiso que se toma quien sabe usar un instrumento complejo, aunque no sea del todo virtuoso.

Ves
DANS LA MERCO BENZ

"Trash Yéyé" (track 5)


Hasta el momento que él mismo definió como “la primera parte de su show”, donde pidió un intérprete para poder explayarse en un par de ideas, su actuación me parecía simplemente correcta, no muy “prendida”, pero donde destacaba claramente el acompañamiento de su banda de dos músicos que le aportaban las bases rítmicas, teclas y guitarra… y un moderno theremin… ¡excelentes dos músicos!

foto de Benjamin BiolayBiolay, además, demostraba una evidente falta de dominio escénico que suplía con su “imagen”, su postura desgarbada, su facha (el hombre despierta cosas en las chicas, digámoslo), y su maldita costumbre de fumar un cigarrillo tras otro en el escenario, actitud que debería estar prohibida por muy pop-star que sea el infractor. En verdad, hay millones de maneras de ser cool. Esta apesta.

Pero luego vino la magia. Como que se soltó. Como que su imagen de chico rudo no pudo vencer una cierta timidez producida por un publico que conocía sólo un par de canciones, pero que no coreaba sus éxitos como en Francia, Suiza, Bélgica y Québec (“no pensábamos venir nunca más al sur de eso”). Al momento de tomar la guitarra acústica se aproximó tanto en distancia física como humana. Su versión de “L’ombre et la lumière” que compusiera para su hermana, la bella Coralie Clément, fue al nivel de los grandes de Brasil. La mezcla del bossa nova con el francés es algo verdaderamente exquisito. “Jardin d’hiver” lo volvió a demostrar. Otro gran momento que mantuvo la mecha encendida fue el cóver de “As time goes by” de la película “Casablanca”.

foto de Benjamin Biolay en vivoPero los éxitos pop del francés no estuvieron ausentes. Me sorprendió eso sí la falta de respuesta del público para “Une chaise à Tokio” (el hit que muchos habían escuchado, pero que nadie se sabía). Pero el público chileno siempre responde con esos gestos inversamente populistas (de público a artista), coreando la siguiente que se sepan como si el cielo se viniera encima. Es lo que ocurrió cuando Biolay citó la canción “There is a light that never goes out” de The Smiths, ocasión en que los asistentes se subieron a las butacas para cantar y bailar. De un modo u otro recordé al público del Estadio Nacional coreando “El Rock del Mundial” cuando encontró un ritmo similar dentro de un repertorio de Wynton Marsalis que desconocían absolutamente (“Desde Chile, un abrazo a la esperanza”-1990). Debió ser un poco triste para el francés, pero el ánimo se mantuvo, sobretodo con “Los Angeles” o “Dans la Merco Benz”.

Benjamin Biolay es un músico del que se debe aprovechar su visita. Su falta de encasillamiento en un solo estilo, lejos de confundir, es un regalo. Nada hay como un artista que al mando de su voz y su sonido, nos pasea por el recitativo rapero, el bossa nova, la balada o la experimentación rockera. Hay que difundir más su música, porque ¡Santiago no es Chile y Estados Unidos no es América! Hay otros idiomas, otras culturas… y otras formas de enfocar la música.

por Denis Leyton


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GORAN BREGOVIĆ y la Orquesta de Bodas y Funerales

Comentario sobre la presentación de Goran Bregović efectuado el 20 de enero de 2008 en el Parque Araucano de Santiago, Chile, ante 8.000 espectadores.

foto de Goran Bregović en el Parque Araucano Algunas dicotomías las viven sólo las personas extremadamente sensibles… malditamente lo sé. Pero es que ir al Parque Araucano ese domingo de noche cálida fue extraño: por una parte, asistir a un concierto de Bregović al aire libre, en verano y gratis, es algo como para celebrar; pero, por otro lado, estar de pie bailando encima de lo que debió ser la cancha del estadio de la Universidad de Chile en los ’70, me afecta, ¿qué quieren?... un plan abortado por el golpe de estado y que significó el ocaso de un proyecto mayor del gobierno de Salvador Allende que incluía viviendas sociales para los pobres que vivían a orillas del Mapocho en Las Condes. Pero, ¿por qué diablos hablo de esas cosas si la moda es olvidar e ignorar?

GORAN BREGOVIĆ fue presentado como el autor de la música de las películas de Emir Kusturica, pero el oriundo de Sarajevo es mucho más que eso, es un músico eximio que pasa por distintos estilos y formas, pero dentro de un mismo espíritu. El bosnio posee una carrera que inició a los 16 años cuando creó su primera banda, “Bijelo dugme” (el botón blanco), tras haber estudiado violín en el conservatorio. Siguieron quince años de giras exitosas por la Europa del este, ahora enfundando una guitarra eléctrica como un rockero de tomo y lomo que encontró en este estilo la forma de expresar sus ideas (“era la única forma de poder hacer oír nuestra voz, y de expresar públicamente nuestro descontento sin arriesgarnos a ir a la cárcel”). Luego de un tiempo de gozar de su estatus de estrella, se retiró para componer la música de “Tiempo de Gitanos”. Sin embargo, la guerra de los Balcanes cambió radicalmente la vida de este músico hijo de madre serbia y padre croata, ironía vivida por cientos de familias que sufrieron la fuerza del monstruo grande que pisa fuerte, en una contienda racial estúpida y aberrante.

Así las cosas, se instaló en París donde se unió a otro proyecto de Kusturica, “Sueños de Arizona”, donde involucró a Iggy Pop. Luego seguiría “Underground”, con el inolvidable “Kalasnjikov”; el soundtrack de la película de Patrice Chéreau “La Reina Margot”, con Isabelle Adjani y Miguel Bosé; y composiciones para importantes proyectos teatrales en Europa.


El Klezmer

Goran Bregović aterrizó en Santiago en el marco de ese genial proyecto llamado “Santiago a Mil” que reúne lo mejor del teatro chileno y mundial, y que en los últimos años se abrió a otras expresiones como la danza y la música. Y lo hizo un par de años después que el mismo Kusturica revolucionara en dos ocasiones Santiago con la “No Smoking Band”, por lo que la música klezmer no es una novedad absoluta. A mí me la enseñó hace algunos años mi amigo Pato Doña, accediendo a sonidos familiares, pero insospechadamente atractivos. Así es como conocí a “Kroke” y, especialmente, a “Klezmatics”. Y en Chile, a esa tremenda banda que es “La Mano Ajena”.

imagen de los klezmorim tocando en una bodaEl klezmer es la música que crearon los judíos llamados asquenazíes, aquellos que se fueron instalando paulatinamente en la Europa oriental y central allá por el siglo décimo, principalmente en lo que hoy es Rumania, Ucrania, Rusia, Polonia y Alemania. Esta fracción más abierta del pueblo judío desarrolló una cultura propia, con música propia, e idioma propio, el Yidish, nacido en el norte de Alemania y considerada una lengua germánica. “Klezmer” significa “instrumento musical” en hebreo (kli-zemer), y responde a los instrumentos que empleaban los klezmorim (músicos), para luego pasar a denominar así a toda la cultura descrita. El Klezmer fue contagiando positivamente el folclore balcánico, como también el del Caúcaso (Georgia, Armenia, Turquía, Azerbaiyán, sur de Rusia) y de ahí a los demás países que habitaron los asquenazíes. Por culpa de Hitler y sus amigos, esta música volvió a la palestra recién tímidamente a mediados de los ’70.

Escuchas
KALASNJIKOV

Track 1 – OST “Underground” (1995)




Se relaciona mucho la música klezmer con la música gitana, y ello corresponde a espacios geográficos comunes que judíos y gitanos compartieron, por ejemplo, en Hungría, y al estatus que mantenían al momento de gestarse esta cultura: pueblos despreciados y sin territorio propio. Como común es la expresión de sus melodías y algunos de sus instrumentos, como el violín. El klezmer es la música de las fiestas, algo así como el jazz judío, una música donde lo importante es el cómo se toca, y donde la improvisación es parte fundamental.


Una orquesta para bodas y funerales

foto de Goran BregovićPero claro, lo de Goran Bregović no es sólo klezmer. Es una fusión de estilos que unen lo clásico con el folclore, con el jazz y con el rock. Pero es el espíritu de la música tradicional lo que prima (“todos los países tienen canciones para beber, ¿cierto?”). Todo es una fiesta… hueveo, por decirlo de otro modo.

Manteniendo la tradición klezmer de tocar para los eventos familiares, Bregović expone sus canciones para bodas y funerales junto a músicos que cumplen con el requisito de la pasión y la tradición, pero poseedores también de una calidad portentosa, tanto en las dos voces femeninas, pasando por la percusión y el acordeón, y la sub-banda de instrumentos de viento, donde el señor flautista me dejó boquiabierto. Nos sorprendió la primera parte compuesta por su repertorio clásico, con un cuerpo de músicos chilenos a la altura de la ocasión, interpretando piezas de “Underground” y “Arizona Dreams”. Sonó hermoso, ideal para la luna que asomaba en lo que debía ser la tribuna oriental del estadio "abortado"...

Luego él, entrando al escenario con su guitarra eléctrica ("Yo elegí la guitarra porque los guitarristas siempre tienen más éxito con las chicas"), después que su orquesta lo hiciera de entre los mismos espectadores, encabezando una comparsa que marcaría el tono de la noche. Así fue el inicio de una fiesta que tampoco se quedaba en la canción oreja. Digámoslo, ideal para el adulto joven: bailar como loco “Kalasnjikov” (“Boom, boom, boom, boom, boom, kutz, kutz ehy ja”), moverse con la cadencia de “Ya Ya” (“Ringe ringe raja, došo èika Paja”) o de “In the death car”, para luego descansar con las piezas incidentales como “War”, mientras tratas de mirar la pantalla de la derecha, porque la izquierda se apagó, en medio de la grúa y las cámaras de TVN que, en un acto de peor es nada, retransmitió el concierto un sábado a la medianoche, cuando, o estás de fiesta, o estás muerto de sueño (qué triste la tele de mi país).

foto del cantante de la orquesta, Alen AdemovićLa WEEDINGS AND FUNERALS ORCHESTRA sonó a carnaval, con una tuba que marcó los bajos bellamente, un acordeón perfecto (el instrumento típico del planeta tierra, a cargo aquí de un joven ALEN ADEMOVIĆ que arrancó gritos de las chicas y aplausos de todos), los demás bronces traviesos, el clarinete virtuoso y su guitarra casi carente de efectos. Bregović siempre fue matizando su repertorio con sonidos que nos recuerdan el romané y la música circense, en una reunión que confirmó mi admiración por el folclore balcánico, ese que alegra en la tristeza y que, de la mano de un músico tan notable, descubre en la fusión una manera de traspasar sus fronteras para venir a alegrarnos la vida, mientras Goran nos hace reír (“por la mitad del precio de un funeral, nos pueden contratar para que toquemos en una boda”), bailar, gritar (“a la caaaaargaaaaa”), y cantar… y nosotros sonamos a coro… boniiiito… y las voces retumban en las graderías del estadio fantasma.

por Denis Leyton

más información en
Sitio de Goran Bregović
Sitio de Alen Demović
Música popular judía: klezmorim y chalguigís

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The Police en Chile

xx-small;">Comentario sobre el recital de The Police efectuado el 5 de diciembre de 2007 en el Estadio Nacional de Santiago, Chile.

imagen del afiche del concierto de The Police en Chile Fui preparado para lo peor… pero no por los músicos, sino por el entorno. Me puse encima todos los escudos mentales para tener que soportar a aquellos que meten en el mismo saco a Samantha Fox, Virus, The Cure y Yuri. Claro, total, todos son de los ’80, dicen ellos… es que confieso que fui preparado a batirme a duelo con los ochenteros… ya no los soporto. Pero el ambiente estuvo mucho mejor de lo esperado. Lindas chicas como siempre, un aroma tradicional ("y siento un humo como familiar..."), el encuentro con amistades, y personas amantes de la buena música y no los nostálgicos patéticos.

Al ir a ver a THE POLICE me preparé para perdonar tonos altos a los que ya no se llegan con facilidad cuando bordeas los sesenta, y a escuchar versiones más pausadas de las poderosas canciones que alguna vez conocí. Pero no. El grupo al que fui a ver al Estadio Nacional me dio un bofetada, una bien fuerte, pero placentera. ¿Recuerdan a Gardel, ese señor que a pesar de haber muerto en 1935 canta cada día mejor? Pues bien, el vocalista de esta banda sigue su camino a pasos agigantados; las manos del guitarrista parecen haber envejecido sólo un par de años y no veintitantos; y el percusionista… ¿cómo decirlo? Sublime. Sting, Andy Summers y Stewart Copeland han potenciado el repertorio de siempre con elementos de sus experiencias personales de todos estos años. Y se agradece.

foto del escenarioY para un audiovisualista como yo, este concierto fue un festín. Por fin un director con oído musical, que se sabe las canciones, que corta cuando el pulso musical lo indica. Se notó que todo el personal de TV viaja con la banda y que se ensaya mucho. Y si bien nunca me impresiona la tecnología en sí misma, sino qué usos se le dan, aquí las pantallas eran unas actrices coquetas y preciosas, un cuerpo de baile notable, un coro de voces melodiosas. ¡Qué resolución de imágenes!

Los mejores momentos, por lo emotivo, se vivieron al inicio con “Message in a bottle” y luego con “Can’t stand losing you“, “Every little thing she does is magic”, “King of pain”, "Walking on the moon", “So lonely” (el himno masculino de tantos veranos con los amigos) y “Roxanne”. De todos modos, extrañé un poco más de descontrol de parte de los asistentes (de pronto me vi saltando solo), quienes a veces parecían estar más en un teatro que en un estadio.

foto de The Police en vivoAnoche The Police no sólo me provocó el mejor momento musical que he vivido en mucho tiempo, sino que con el paso de las horas me ha generado muchas interrogantes. Por ejemplo, ¿qué pasará una vez concluida la gira? Es que después de verles, no concibo que no se intente un disco con nuevas canciones.

Lo que vimos en el Nacional no fue sólo un repaso de melancolía musical. The Police demostró en el escenario ser una banda tan creativa como antes… quizás mejor que antes. Y en lo personal, al ver el notable show del percusionista (Sting cantaba “bienvenidos al show de Stewart Copeland”), con su gong, sus pequeños platillos y sus accesorios místico-tribales, no dejaba de pensar en una persona en particular.

Es que nunca, y digo NUNCA, conocí a alguien que fuera capaz de acercarse tanto a la capacidad de Copeland, pero que hoy ha decidido deshacerse de su batería para cantar y tocar guitarra; alguien que aprendió a batir bombo, caja y platillos escuchando a The Police en su batería mini y con sus grandes fonos en los oídos cuando era sólo un niño. Nadie más que Francisco González es capaz de batirse a duelo con Stewart Copeland. Aún tengo grabadas en mi mente las imágenes de González tocando en los ensayos… aún me quedo con la boca abierta al recordarlo. Nunca lució esa verdadera capacidad en Lucybell como lo hacía en aquellos años. ¿Será posible que en una nueva etapa pueda compartir la uñeta con las baquetas?

por Denis Leyton

más información en
The Police Sitio Oficial
The Police File
The Police en MySpace
Sitio de Sting
Sitio de Andy Summers
Sitio de Stewart Copeland
Sitio de Henry Padovani (primer guitarrista que tuvo la banda)

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 The Police |  Sting |  Andy Summers |  Stewart Copeland
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SILVIO RODRÍGUEZ en Chile: La Verdad Incómoda

Comentario sobre la cancelación del concierto de Silvio Rodríguez en Talca, Chile.

foto de Slvio Rodríguez Claro que sí. Las entradas para el concierto de SILVIO RODRÍGUEZ eran altísimas. Organizadores de distintos eventos argumentan que, como Chile queda al fin del mundo, los costos de realización son mayores que en otros países de América. Yo creo más bien que la razón radica en dos factores: hay un séptimo de chilenos (o menos) que vive al nivel de países desarrollados, para quienes pagar $60.000 (84 €, US$111) por un ticket no es gran cosa. Con ellos ya casi se financia cualquier concierto. El segundo problema es que en esta sociedad de libre mercado que nos rige, pareciera que las demostraciones populares como la protesta ya no existen. Todos preferimos endeudarnos en incómodas cuotas mensuales y terminanos dándoles la razón a quienes cobran dichas sumas. El precio lo pagamos igual. Es culpa nuestra. Entonces, no puedo estar más que de acuerdo con Silvio Rodríguez en que las entradas para su concierto en Talca eran muy altas; no así con su petición al gobierno chileno de obligar a los artistas que visitan el país a hacer un concierto gratuito. Creo que ese tipo de iniciativas deben nacer de los propios músicos.

Basta recordar el caso de MANU CHAO, quien exactamente hace un año, y antes de sus presentaciones en Concepción y en la Estación Mapocho de Santiago, se presentó en el Estadio Municipal de La Pintana, uno de los sectores más pobres de la capital chilena. En dicha ocasión el valor cobrado a los asistentes consistió en la donación de algún material de trabajo escolar para niños de escuelas públicas.

foto de Manu Chao en La PintanaEste es un ejemplo extraordinario para muchos artistas que “se deben a su público”. La decencia, la solidaridad y la buena onda, no pueden regirse por decretos. Sí creo en la utilización de herramientas legales (estilo FONDART) para llevar a cabo iniciativas como esta, pues de lo contrario estaríamos hablando de cobrar impuestos extras a compañías productoras y artistas que así no volverían más. En el concierto de Manu Chao se trabajó con una Municipalidad y hasta hubo bandas chilenas como teloneros. Insisto en que se trató de un gran ejemplo. Igual de destacable que la presentación de VERÓNICA VILLARROEL y PLÁCIDO DOMINGO hace sólo unos días en la Plaza de Armas de Santiago: ¡maravilloso! Ese concierto fue gratuito, fue organizado por el Teatro Municipal y financiado con auspicios.

foto de La Pequeña Gigante en las calles de SantiagoEn enero el espectáculo “La Pequeña Gigante” de la compañía francesa ROYAL DE LUXE, fue una verdadera revolución cultural en las calles de Santiago. Si bien el gobierno puso parte importante del dinero, fue la empresa privada la que a cambio de publicidad financió la iniciativa. En verano es común que muchas municipalidades lleven obras de teatro a comunas populares, gratis o a bajos precios. Esos son proyectos serios, donde se mezcla la responsabilidad social con la posibilidad de dar trabajo a mucha gente y a cambio de que las empresas anuncien sus marcas. Todos ganan. ¿Qué el Estado financie todo? El Estado no tiene por qué pagar conciertos de artistas famosos que sí pueden generar interés en las empresas para actuar gratis. El Estado, de destinar dineros, debe hacerlo con artistas en proyección. Porque, a pesar de ser un contrario a las garras del libre mercado chileno, creo que sí existen recetas para obsequiar en el capitalismo. Uno que debería ponerse a tono con estas fórmulas es Silvio Rodríguez.

foto de Silvio Rodríguez con la Presidenta de ChileLas cosas se hacen o no se hacen. Es fácil tener un discurso revolucionario, hacer peticiones a la Presidenta Bachelet, y cancelar un concierto por una razón “ética y humana”; sin embargo, el discurso social pretendido se anula por sí solo… por populista. ¿Por qué sólo canceló el concierto de Talca y no así los realizados en el Arena Santiago o en el Teatro Municipal de Viña del Mar? Según el trovador, se debió a una campaña realizada en la ciudad de Talca en que se reclamaba por el alto costo de las entradas. ¿A alguien le parece suficiente dicho argumento?, ¿no sabía Silvio que no sólo talquinos compraron entradas, sino también personas que viajaron desde otras ciudades para poder disfrutar de sus canciones, y que se encontraron de golpe con la noticia a sólo horas del inicio del concierto?, ¿quién les indemnizará el costo del traslado?, ¿y los técnicos y profesionales contratados para trabajar en la producción?, ¿les van a pagar?, ¿le importa eso a Rodríguez?

Silvio se equivocó 100 %. No sólo los acomodados talquinos tuvieron acceso a los tickets de su concierto; también los hicieron personas que aman su obra, que admiran su trayectoria, ¡que creen en su palabra!, y que juntaron el dinero peso a peso para poder verlo por primera vez en su ciudad. Esas personas merecían respeto. Que cante primero y que después haga una campaña en pos de precios más baratos: yo soy el primero en apoyarlo… Pero no. Canceló la presentación y dejó a sus seguidores botados. Eso no se hace.

foto de Coldplay en vivoHace sólo unas semanas el músico inglés CHRIS MARTIN, avergonzado por los elevados precios que se cobraron por el concierto de su banda COLDPLAY en Santiago, regaló entradas a algunos seguidores. Por lo mismo, prometió una nueva gira a Sudamérica en un futuro próximo para tocar en sitios más grandes y con entradas más populares. Se trató de un ejemplo de dignidad y ausencia de populismo: todo lo prometido es factible de llevar a cabo… y los productores ganarán dinero igual. Lo mejor de todo es que Coldplay no canceló su serie de conciertos en el pésimo escenario Espacio Riesco; ellos sí respetaron al público. ¿Lo hicieron sólo por la plata? Lo hicieron por respeto, por profesionalismo.

¿Qué importa que un grupo de ciudadanos (algunos dicen que eran de izquierda y otros de derecha) protestara en Talca por el alto costo de las entradas?, ¿no es eso acaso una expresión de democracia?
¿No pudo Silvio expresar en el escenario su pensamiento?

imagen del portal Juventud Rebelde con las explicaciones de Silvio RodríguezPor donde lo mire me parece una decisión desafortunada. Pero no tanto como las declaraciones posteriores realizadas en su país donde señaló que las acciones legales presentadas tras la cancelación del concierto son sólo un “revuelo mediático”, “que su visita se quiso politizar” y que esa politización no es contra él, sino contra Cuba... ¡increíble!... ¿Quién es el que politiza las cosas? Esto es simplemente mala educación y mal tacto. Sus palabras son más patrañas demagógicas, esas que abundan en nuestro continente por estos días. Silvio: te equivocaste y punto. Es desolador todo esto. Sus canciones me parecen maravillosas, pero no soporto a los artistas populares que se transforman en divos… tampoco a los divos disfrazados de artistas populares.

Estas cosas provocan incluso, el relato de ciertos mitos urbanos. Obvio, no puede ser verdad lo que algunos cuentan… que en sus conciertos todas las personas de la producción que se encontraban en el trayecto del camarín al escenario, debían voltearse contra la pared, pues a él no le gusta que lo miren. Noooo, por favor. ¿Silvio “Tom Cruise” Rodríguez? Eso no puede ser verdad. Si Silvio es popular, es social, es revolucionario… debe ser una calumnia… ¿o no?

por Denis Leyton


Extra. Lunes 14 de mayo de 2007

Artículo de Radio Cooperativa:
Silvio Rodríguez ofreció realizar show gratuito para compensar a fans de Talca
El abogado que representa al artista en Chile, Eduardo Contreras, afirmó que el cantautor cubano le informó por teléfono de su intención, que debiera realizarse dentro de un plazo de dos años. Eduardo Contreras, abogado que representa en Chile al cantautor cubano Silvio Rodríguez en la demanda en su contra por violación a la Ley del Consumidor, afirmó que el cantautor ofreció realizar un concierto gratuito para compensar a sus fans en Talca. "Efectivamente, en un comunicado telefónico, me pidió que hiciera presente en la audiencia de hoy día su voluntad de hacer un concierto gratuito en Chile y su deseo particular es que ese concierto sea en Talca", aseguró el abogado. [lee más en Cooperativa.cl]


Extra 2. Sábado 20 de octubre de 2007

Artículo de Radio Cooperativa:
El cantautor cubano Silvio Rodríguez anunció que el 2 de diciembre ofrecerá el prometido concierto para los talquinos, aprovechando su participación en el recital en homenaje a Violeta Parra. Rodríguez asumió como una deuda su presentación en la capital del Maule luego que en marzo pasado tuviera que suspender un show tras las denuncias por los altos precios que tenían las entradas. Rodríguez precisó que viajará a Chile en noviembre como invitado a la celebración del 90 aniversario del nacimiento Violeta Parra, y a un homenaje dedicado al músico y compositor cubano Leo Brower, en un mensaje enviado al XV Encuentro del Movimiento Chileno de Solidaridad con Cuba, que divulgaron medios de la isla. Desde España, donde se encuentra cumpliendo compromisos de trabajo, el trovador cubano confirmó además en su mensaje que regresará a Talca para brindar un concierto popular el próximo 2 de diciembre, y que "será totalmente gratuito y la entrada al mismo será completamente libre". El pasado marzo, Rodríguez decidió suspender la presentación en Talca, la última de cinco de una gira que realizaba por Chile, debido a un conflicto por el precio de las entradas, que fluctuaban entre 42.000 y 60.000 pesos, aunque ya estaban agotadas. El trovador cubano fue demandado ante los tribunales por dos abogados chilenos, pero la acusación fue posteriormente retirada y Rodríguez dijo a la prensa que "la controversia terminó como debieran terminar todas: a través del respeto, el diálogo y la razón". Tras la polémica, el autor de "Ojalá" y "Rabo de nube" había señalado que su retorno a Chile era "probable". En el mensaje divulgado este viernes, Rodríguez, uno de los fundadores de la Nueva Trova cubana, apuntó que aprovechando el viaje de noviembre a Chile, le propuso a la alcaldía de Talca "que trabajáramos juntos para celebrar el concierto popular que habíamos anunciado" ...(EFE). [lee más en Cooperativa.cl]


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más información en
Juvetud Rebelde artículo relacionado
Noticia y Foro en www.elamaule.cl


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FESTIVAL DE LA CANCIÓN DE VIÑA DEL MAR: ¡es gratis!, ¿qué más?

Opinión sobre el Festival de la Canción de Viña del Mar.

foto de la Quinta Vergara en 1977 ¿El Festival de la Canción de Viña del Mar?, ¿Quieres saber qué opino?... mmm… ¿Sabes? Preferiría tener un carnaval en donde pudiéramos celebrar y compartir algo en las calles, y no tener que verlo por televisión. Pero de todos modos, me parece una fiesta genial. Si logras eliminar toda la basura periodística que gira en torno al festival por esos días, te encuentras con un evento bastante singular, con números artísticos que muchas personas comunes jamás podrían ver en vivo por el alto costo de las entradas. Gracias a la transmisión televisiva (y también de la radio), aquí se les permite asistir, y a costo cero.

Este año pudimos ver los shows de Gustavo Cerati, Fito Páez, Los Bunkers, ¡Los Tres! (extraordinario, lo mejor que les he visto en años)… y un número francamente sensacional: Tom Jones. Fue emocionante sentir que el soul, el jazz o el blues que tan magistralmente interpreta el galés con su banda (¡de lujo!), fueron apreciados y disfrutados hasta en los caseríos más recónditos, por personas que sólo reciben de los medios propuestas de escaso valor, como baladistas sosos o insoportables sesiones de reguetón.

foto de Tom JonesCreo que ese es el punto que lo justifica todo. El Festival de Viña, el de la canción, es una oportunidad para llevar números de gran calidad a quienes no tienen la oportunidad de acceder a sus conciertos; y es una posibilidad para compartir públicos “rivales” o “distantes”, puesto que para esperar el número que quieres ver, muchas veces debes soportar el show de uno que jamás verías voluntariamente… y muchas veces te quedas sorprendido. Somos afortunados, porque en muy pocos lugares del planeta sucede este fenómeno. Es que entre tanto artista de dudosa calidad, léase Montaner y otros similares, en mi memoria están grabadas algunas presentaciones memorables:

imagen de The Police en Viña del Mar ’82(1982) The Police: Sting sugiere que los de galería cambien sus ubicaciones con los de platea, que son muy aburridos y no aplauden como los de arriba. Lo más parecido al discurso de Lennon y su clásico “los de arriba pueden aplaudir y los de abajo, hacer sonar sus joyas”. Se trata de una banda que llega a Viña del Mar en el pick de su carrera. Probablemente algún funcionario militar del Canal 7 o de la Municipalidad los contrató como relleno. Ni se imaginaban a quiénes traían. Tocaron todo: “Message in a bottle”, “Roxanne”, “Every little thing she does is magic“, “De do do do, De da da da”, “Don’t stand so close to me”, etc. Yo tenía 11 años. Esa misma noche se presentó Óscar Andrade, un tipo a quien sólo reconocía como el autor de “Noticiero Crónico”, una canción con ritmo de trote Aymara, pero con sonidos electrónicos que no me eran indiferentes para mi edad. Ni menos su letra. En ese momento (niñez, dictadura), era la primera vez que me enfrentaba al hecho de que una canción puede ser más que un “te extraño, vuelve, no me dejes” o un “te amo, nena, baby, oh, oh, oh”. La presentación fue genial: Una banda excelente, canciones conocidas (todas escritas por él y yo ni lo sabía), una versión de “Casamiento de Negros” (Violeta Parra), con arreglos rockeros, y otra de “Pronto Amanecerá”, de Florcita Motuda. Fue mi primera referencia al concepto “lo contrario a Pinochet”. Se convirtió en mi ídolo para siempre.

Inolvidable también el ’85 con la brasileña Rita Lee y John Denver.

imagene de Mr. Mister en Viña del Mar ’85(1988) Mr. Mister: El vocalista Richard Page solidariza con los artistas chilenos amenazados de muerte por la CNI de Pinochet y lee una proclama política en plena dictadura. Los organizadores lo obligan a pedir disculpas más tarde. Igual cumplió con el mensaje, como unos meses antes lo hiciera Christopher Reeve (Superman), que vino en representación de los actores de Hollywood para solidarizar con sus colegas. “Mr. Mister” tuvo una presentación sólida en tiempos en que los seguidores del buen rock no tenían espacios entre tanta baladita que regía el festival. Ese año la canción que todos recuerdan es una de la competencia folclórica que no ganó: "Caballito de Metal", del Monteaguilino. Nadie toma es cuenta esta competencia, y justo cuando aparece una canción que el público acepta, no gana… típico (“el tren su chiquichiquichaaaaa… me alegra el triste corazón…”). La estupidez estuvo otra vez de parte del comité organizador que descalificó la canción de Perú, por un supuesto plagio. La verdad es que sentían terror de que el público, con la hermosa Ornella Mutti en primera fila, coreara el estribillo cargado a la palabra “NO”, la misma que representaría a los opositores al gobierno del fallecido dictador en el plebiscito que finalmente perdió en octubre de ese año.

imagen de Faith No More en Viña del Mar ’91(1991) Faith No More: Mike Patton provoca la estampida de las señoras ataviadas en pieles ubicadas en las primeras filas. Viste camisa, corbata y pantalón corto; los punkies irrumpen en los asientos de platea (hecho histórico); Patton moja al jurado sentado en la primera fila…

Nunca hubo más potencia en ese escenario. Me marcaron. Patton marcó mis años de músico de rock y provocó la primera distancia estilística con mis compañeros de banda.

imagen de Los Prisioneros en Viña del Mar 2003(2003) Los Prisioneros: Jorge González despotrica genialmente contra todos. Es la primera vez que el trío original se presenta en el festival. Simplemente emocionante. Por fin el país entero podía verlos en directo por televisión. Es que, claro, no hay censura que dure cien años, ni dictador que la sustente.

(2006) Franz Ferdinand: Antes de ir a talonear al populista Bono y su banda en el Estadio Nacional, se dan una vuelta por el festival. Hacía mucho tiempo que una banda de tanta calidad no se presentaba en la Quinta Vergara. ¡Tremendo Show!



imagen de La Gaviota de PlataNi “mal necesario”, ni “mal de muchos, consuelo de tontos”. Este Festival es una oportunidad para que la mayoría de las personas puedan tener diferentes propuestas artísticas ante sus ojos; es un punto de referencia para nuestros recuerdos; es un espacio de desahogo para gritar (¡el monstruo!) contra las malas pomadas artísticas de algunos… es… es… ¡es gratis!, ¿qué más?


por Denis Leyton


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